Nacido el 21 de diciembre de 1921, en Tegucigalpa, Honduras y fallecido el 8 de febrero de 2003, en ciudad de México, este escritor es reconocido como el maestro indiscutido del microrrelato, tal es así que su cuento “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” ha traspasado barreras de tiempo, lengua y territorios. Traducido a varios idiomas y ganador de importantes reconocimientos literarios (entre ellos el Premio Nacional de Literatura de Guatemala, año 1997), Augusto Monterroso desde sus primeros años conoce la vida bohemia, dado que sus padres, don Vicente Monterroso y doña Amelia Bonilla, suelen recibir amigos hasta altas horas en su hogar, debido a que arriendan una imprenta que edita el periódico Sucesos. Así las cosas y ya con una mirada acaso crítica de la sociedad y especialmente del sistema educacional, es como el niño Monterroso a los once años de edad abandona la escuela y se vuelve autodidacta. Luego, el año 1936, la familia se traslada a Guatemala, donde transcurre su adolescencia y juventud, allí se manifiesta su vocación literaria con lecturas de los clásicos de las lenguas española e inglesa y complementa dicha ocupación con trabajos esporádicos que ayudan al sostenimiento de la familia. Ahora su conciencia social es crítica por naturaleza, lo cual lo lleva a trabajar clandestinamente en contra de la dictadura de Jorge Ubico (Guatemala, 1931-1944) mientras publica sus primeros cuentos en la revista Acento y en el periódico El imparcial. Entre otras, una de sus hazañas políticas consiste en firmar el Memorial de los 311, documento mediante el cual se solicita la renuncia del dictador, a la vez que crea con otros escritores el diario El espectador. De esa manera, la vida de Augusto Monterroso es un vaivén constante entre literatura y política, aunque podríamos agregar otra; su pasión por las mujeres (tiene a su haber tres mujeres importantes que llegan a vivir con él y una de ellas –Bárbara Jacobs- se convierte en su cónyuge).
Con los años, México se transforma en su tercera patria, al autoexiliarse en ese país debido a que es detenido, a propósito de la dictadura de Ubico, por los guardianes que ahora buscan enemigos por cielo, mar y tierra, hasta dar con las sombras y luces del joven escritor.
¿Pero en qué radica la importancia literaria de Monterroso? Si leemos algunas de sus obras (pequeñas obras maestras, en su mayoría) nos encontramos con una suave ironía que adorna los espacios en blanco de cada texto, acaso una melodía absurda en donde el ser humano queda despojado de su naturaleza racional, vale decir, sus personajes son aparentemente incoherentes, inseguros, con bajos instintos que, debido a las circunstancias de la escenografía de turno, podrían estallar en cualquier momento. Sin embargo al final de cada historia existe una especie de reconciliación con los pensamientos, ideas y acciones de sus protagonistas (como diciendo “aquí no ha pasado nada, todo es imaginación del autor”). Eso sí, debemos admitir que la literatura de este escritor es inclasificable: sus textos permanecen entre la fábula y el relato, el aforismo y el ensayo, acaso un renovador de los géneros literarios (especialmente de la fábula, pues logra recrear nuevas formas de expresión y lectura). De hecho, su gran aporte a la literatura guatemalteca del siglo XX es su discurso breve, sorpresivo, con un lenguaje culto e irónico, ingredientes que lo convierten en escritor universal.
Existe un interesante libro de este autor que recomiendo a todas luces. Su título El paraíso imperfecto, Antología tímida. Leamos lo que sucede, por ejemplo, con el texto Te conozco, mascarita:
“El humor y la timidez generalmente se dan juntos. Tú no eres una excepción. El humor es una máscara y la timidez otra. No dejes que te quiten las dos al mismo tiempo”.
Marco López Aballay Escritor
