Pese a que aconteció hace más de un año, el estallido social del 18 de octubre del 2019 aún ocupa un lugar central en el desarrollo de la política y, a decir verdad, de casi todos los aspectos de la sociedad chilena hasta el día de hoy. Por esto, y en aras de buscar soluciones, ya existe, salvo afiebradas teorías conspirativas marginales, un consenso social de cuales fueron algunas de las causas que lo generaron, como, por ejemplo, la desigualdad del país, la mala calidad de la salud y la educación y el descrédito de la política, entre otros.
Si bien la mayoría de estos problemas se solucionan solo con políticas nacionales, cabe llamar la atención en como desde el Aconcagua se podría colaborar en la solución de una de las causas principales antes mencionadas, que es el descrédito de la política, de las instituciones (tanto públicas como privadas) y de la democracia. Es en este punto donde llama la atención lo poco y nada que parecen haber escuchado, o entendido, el claro mensaje ciudadano de rechazo a la política clásica, a las “cocinas” y a los acuerdos entre cuatro paredes por parte de la mayoría de los actores políticos de la zona. 18 de octubre
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Lo anterior se afirma en que hasta el momento las opciones que han tomado dichos actores distan mucho de buscar renovación o nuevos liderazgos e ideas y por sobre todo se han negado a abrir espacios para que el pueblo participe de las decisiones en todo ámbito. Una muestra de esto es que la actitud de la política clásica del valle frente al proceso constitucional ha sido solo la de levantar candidatos y casi nadie ha impulsado la ejecución de cabildos o consultas ciudadanas para discutir desde las bases la nueva constitución.
Por otro lado, en vez de asumir la crítica ciudadana, muchos de estos actores se han vestido con falsos ropajes, declarándose independientes intentando obviar que fueron, o son, parte de los partidos que han mantenido el modelo de injusticias en Chile durante más de 30 años. Otra táctica que han utilizado para acomodarse a este nuevo escenario es pedir el apoyo por cuestiones importantes, pero vacías si no se acompañan con ideas, como el ser “mujer” o “ser joven” o “local”. Todas estas artimañas van en dirección contraria a la nueva política que exige proyectos, programas e ideas claras y colectivas por sobre rostros. 18 de octubre
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Si se consuma el avance de esta vieja política vestida de novedad, seguirá en el valle la clásica “silla musical política” donde los mismos de siempre rotan por diversas responsabilidades para seguir viviendo a costa de la política y, en lo más grave, manteniendo, salvo maquillajes, todo igual lo que de ninguna manera aportará a solucionar un conflicto que es vital arreglar para que el país avance hacia un futuro mejor.
En resumen, es un deber de la buena política, de los partidos que no firmaron acuerdos entre cuatro paredes ni leyes que criminalizan la protesta social pacífica el avanzar junto a la ciudadanía consciente y movilizada para renovar de una vez por todas la política y sus rostros en el valle, haciendo alianzas que acerquen al pueblo al poder político y los espacios de representación popular, entendiendo esto no solo como un paso fundamental para superar la crisis social, sino como un acto crucial para devolver la dignidad a la política.18 de octubre
Daniel Zamorano, Ex Gobernador de Los Andes
