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Estacionamientos subterráneos en zona de congestión: ¿Puede una idea ser peor?

“Seamos claros, la concreción de los estacionamientos subterráneos en la Plaza de Armas es un atentado al sentido común y la consumación de una política que asigna mayor valor a intereses comerciales que a los de la comunidad en general. En cambio, existen buenas ideas y sobran experiencias exitosas en otras comunas, las que se podrían adaptar a nuestra realidad local como remedio para la congestión”.

Llegó marzo y los andinos volvemos a constatar, ya con cierta resignación, que las principales calles de nuestra ciudad se encuentran cada año más congestionadas.
Atravesar el damero central en los horarios punta de la mañana, del mediodía y de la tarde puede demorar casi media hora, en un trayecto de sólo siete cuadras. El panorama no es distinto si se circula por las avenidas Argentina, Chile, Chacabuco, Santa Teresa, Hermanos Clark, Esmeralda Poniente, etc.
La saturación vial provoca que la vida en nuestra ciudad se haga más estresante y menos productiva. Sin embargo, mientras este problema parece ir de mal en peor, ningún intento de solución se vislumbra en el discurso de las autoridades comunales. Todo lo contrario, para colmo, nos han sorprendido con la noticia de la inminente construcción de un estacionamiento subterráneo para más de 200 vehículos en plena calle Santa Rosa, a un costado de la Plaza de Armas. Es decir, lo harán en el mismísimo punto neurálgico de la congestión, la “zona cero del taco andino” ¿Puede una idea ser peor para la ya deficiente gestión de tránsito de Los Andes?
Hay que recordar que esta mala idea no es nueva. Su origen se remonta al funesto contrato de estacionamientos suscrito durante el primer periodo del ex alcalde Mauricio Navarro. Entonces, algunos nos opusimos abiertamente a las características y condiciones de dicho contrato. Públicamente emplacé al jefe comunal por este motivo y lo enfrenté -sin éxito- en una elección primaria, porque ya avizoraba que la continuidad de su administración sería inconveniente para la comuna.
Durante los cuatro años siguientes, formé parte del Concejo Municipal, donde continué manifestando mi posición contraria. Esta oposición tomó fuerza en la opinión pública y se constituyó en mayoría en el Concejo, impulsando al ex alcalde a llevar adelante una ofensiva judicial para finalizar el contrato. Esto permitió congelar -al menos por un tiempo- la construcción de los estacionamientos.
Hoy, con un nuevo alcalde y un nuevo Concejo, las noticias son desalentadoras. Argumentando que no se intervendrá el subsuelo de la plaza, sino que las obras se harán a un costado, bajo la calle Santa Rosa, la administración municipal busca justificar la ejecución del proyecto. Es decir, las actuales autoridades municipales sólo se hacen cargo de despejar los fundados temores sobre el posible riesgo para el patrimonio, la zona típica y los árboles, soslayando el problema de fondo.
Como resultado de estas insuficientes explicaciones, persisten gigantescas dudas sobre la amenaza que esta iniciativa representa para la sustentabilidad de la comuna. Es evidente el peligro para la calidad de vida de los andinos, porque seguiremos condenados a sufrir el colapso vial como consecuencia de una gestión de tránsito cada vez más ineficiente y, a estas alturas, irracional.
Seamos claros, la concreción de los estacionamientos subterráneos en la Plaza de Armas es un atentado al sentido común y la consumación de una política que asigna mayor valor a intereses comerciales que a los de la comunidad en general. En cambio, existen buenas ideas y sobran experiencias exitosas en otras comunas, las que se podrían adaptar a nuestra realidad local como remedio para la congestión.
Es tiempo de atreverse a discutir nuevas propuestas para mejorar la gestión de tránsito en Los Andes. Los ciudadanos tenemos que abrir caminos alternativos a los criterios que hoy buscan imponerse, con el ánimo de aportar a un debate constructivo y buscar soluciones racionales, eficientes y sustentables. Claramente, la construcción de estacionamientos subterráneos en plena zona de congestión no reúne ninguna de estas tres características.
Benigno Retamal Rodríguez
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