Aconcagua al Día
La verdad a diario

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Filantropía

Como apostaba, la ayuda vino del extranjero; de Helsinki, Estocolmo y Nueva York. De chilito nada. Pude saldar prácticamente todas mis deudas y recuperé mi águila. Me quedó sólo una deuda en una entidad bancaria. Debo decir que recorrí todos los bancos de la plaza y nadie se atrevió a darme un crédito, porque no tenía garantías suficientes; es comprensible. Sin embargo, es preciso mencionar la verdad, hubo una excepción, sí Parla-Pretty me prestó la plata. Llegué una tarde bien tarde a las oficinas del agente, porque estos tipos trabajan mucho, y para mi sorpresa el agente me dijo que me concedía el crédito:

—Mire, Citadini, no crea que estoy haciendo esto por usted. Usted escribe “reguleque” nomás. Le falta todavía, o le sobra, porque está muy viejo.

—¿Y por quién lo está haciendo entonces?

—Lo estamos haciendo por su águila, porque su águila, “para pretty”, es decir, habla bonito.

—Si la tuvieron encerrada por un mes en la jaula de un loro; ahora no sólo habla bonito, sino habla hasta por las alas.

—No sea tan gruñón, Citadini, escriba sobre temas más masivos, tal vez algún día pongamos nuestras fichas en usted.

—Ver para creer, dijo Santo Tomás —dije esto, me despedí y me marché.

Entonces me puse a pensar en que los hombres de fortuna en Chile, por lo general, no eran dados a la filantropía, que según la RAE, no es otra cosa que el amor al género humano; pero que uno entiende como la ayuda económica o material a sus congéneres: en educación, en salud, en el arte o en la cultura. Si bien las fortunas más grandes del país hacen buenos aportes a las universidades, a las escuelas o a la cultura; cuando bajamos en el ranking Forbes, los hombres de fortuna, para no decir ricachones, no son muy propensos a repartir su torta con la comunidad. La mayoría de las veces, los aportes son escuálidos y simbólicos, como pintar la escuelita y esas cosas. Han existido muchas excepciones, como Federico Santa María que donó su fortuna para crear la universidad técnica, para beneficio de las clases postergadas. Juana Ross de Edwards. Farkas, es otro ejemplo a resaltar, un poco más mediático quizás. El hombre de fortuna en Chile cree que si da dinero lo más probable es que no se utilice bien, como sucede a veces con los impuestos, es decir que lo van a joder. Y si le da plata a uno, pronto se va a encontrar con una fila de personas estirando el sombrero fuera de su casa.

Entonces pensé que en Estado Unidos sí existía una cultura filantrópica. Muchos empresarios o banqueros donan dinero con la mayor naturalidad. De hecho Warren Buffet tiene pensado donar la mayor parte de su fortuna, y Bill Gates ayuda a distintos países en distintos continentes. Sin ir más lejos, la implementación de nuestro sistema de biblioredes que beneficia con internet gratis a unas 400 bibliotecas en el país, incluyendo la nuestra, se hizo posible en gran medida gracias a los aportes de la Fundación de Bill y Melinda Gates. Y últimamente, el hombre más rico del mundo puso sus lucas en una mayonesa chilena. ¿Quién fue el acreedor de los aliados tras la primera guerra? Y tras la segunda, ¿quién le dio crédito a dieciocho países occidentales? El Plan Marshall, La Alianza para el Progreso, ¿dónde surgieron? Me dirán que todo eso no fue más que una estrategia política para tener al mundo bajo su control. Puede ser, pero como dijo el gran Nicanor después de tomar té y comer galletas con la señora de Nixon, “peor es mascar lauchas”.

Columna de Citadini

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